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La familia Luksic, la más acaudalada de Sudamérica con unos 25.000 millones de dólares, ha visto duplicar su riqueza en los últimos cinco años, gracias a sus inversiones en transporte marítimo. A pesar de un comienzo desafiante en la Compañía Sud Americana de Vapores (CSAV), su apuesta se convirtió en un éxito después de fusionarse con Hapag-Lloyd en 2014. Aunque la bonanza del transporte marítimo durante la pandemia está disminuyendo, estas ganancias han asegurado la estabilidad financiera de la familia, que también controla la empresa minera Antofagasta.