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El sector privado tiene un rol clave en la conservación, no solo como filántropo, sino como actor estratégico. La protección de ecosistemas es esencial para combatir el cambio climático y asegurar la continuidad de la economía, ya que el 44% del PIB global depende de servicios ecosistémicos. En Chile, con su biodiversidad y ecosistema financiero, existe una oportunidad de liderar un desarrollo regenerativo. Aunque muchas empresas incorporan criterios ESG y reportes de sostenibilidad, aún se requiere inversión directa en conservación, mediante bonos verdes, financiamiento de soluciones basadas en la naturaleza o pagos por servicios ecosistémicos, generando retornos económicos significativos. Conservar no solo reduce riesgos, sino que crea valor.
